CSS Drop Down Menu by PureCSSMenu.com



martes, 1 de julio de 2014

RUTA MINERA LA LLAMÁBAMOS ANTES...

Cuaderno de bitácora:
Hoy es el  vigésimo sexto día, del sexto mes, se trata de la semana veintiseis del año. Siendo un poco apocalípticos, coinciden demasiadas veces la misma cifra maldita, quizás es una señal de lo que nos espera, quizás simple casualidad, solo se que este día tardaremos en olvidarlo....

Hoy nuestro guía, Pedro ha preparado una ruta interesante, con fuertes subidas con sus respectivas bajadas, confiamos a ojos cerrado en él, nunca nos ha fallado, o por lo menos no suele equivocarse, estamos en sus manos...

La ruta comienza en la estación de la FEVE, para tomar allí el tren que nos llevará hasta la pequeña población de Aviados, a unos 38 Km de León. Es simplemente un apeadero que nos deja en la carretera y hay que recorrer más o menos un kilómetro hasta llegar al pueblo, es pronto por lo que las calles están vacías, pero por suerte el bar del pueblo está abierto, en donde encontramos a los lugareños más madrugadores, antes de ponerse a sus tareas. Paramos a tomarnos un café antes de empezar la ruta, ya que con la mañana fría así te lo pedía el cuerpo. Después de unos momentos de relax y de risas, no queda otra que ponerse a la tarea, nuestra obligación nos llama... Que nos espera ahí fuera, nadie lo sabe...

La ruta comienza con una subida constante, que empieza suavemente y que poco a poco y según vamos avanzando se va haciendo más dura, sin darte cuenta, te encuentras subiendo rampas con un buen desnivel, que nos obligaba en más de una ocasión de echar el pie a tierra, y empujar por las bicis... El tiempo es malísimo, miras el calendario y no corresponde por lo que estamos pasando, las penurias siguen apareciendo.....

Después de la larga subida antes mencionada, nos encontramos delante de una pared, no hay marcha atrás, retroceder sería de cobardes y por supuesto una deshonra... No queda más remedio que  empujar la bici, no es mucho lo que hay que subir, pero la fuerte pendiente y el cansancio, que empieza a hacer mella en nuestras piernas, hacen que se multiplique por tres el esfuerzo a realizar. Una vez que llegamos arriba, nos encontramos con una pequeña llanura, en donde aprovechamos a tomar de fuerzas, sacamos de nuestros víveres... Miras al cielo, y parece que se te va caer encima, nubes cerradas y oscuras se ciernen sobre nosotros. Quizás las señales apocalípticas son ciertas, no lugar al miedo, hay que continuar...

Tres caminos, uno a la izquierda, ese no es el que nos interesa, otro recto y otro a la derecha, una encrucijada en toda regla, es el momento de que la suerte empiece a sonreírnos algo. Decidimos irnos por la izquierda, un sendero estrecho, parecía divertido, aunque el día no estaba para reír demasiado, y al rato nos lo iba a demostrar.. De repente, el camino desaparece, los matorrales se empiezan a hacer dueños del paisaje, y volvemos a tener que cargar con las bicis para poder avanzar... De repente, como si de una broma de mal gusto se tratará, un bosque cerrado aparece ante nosotros, es imposible seguir avanzando. No queda más remedio que dar media vuelta.

De nuevo en la encrucijada, al frente y a lo lejos, vemos tejados rojos de casas, por lo tanto siguiendo el sentido común que otras tantas veces nos falta, tomamos el camino que tenemos en frente, se trata de una larga bajada, con muchísimas piedras, grandes, medianas y pequeñas, en esta parte, cuenta la valentía y la destreza de cada uno, o la prudencia de otros... En estos últimos me incluyo, y es que si no lo ves claro, amigo baja andando...


Al final de la bajada, el pueblo, llegamos a la civilización, pero no hay tiempo, hay que continuar. Tomamos la carretera y tomamos un camino lateral... camino que según íbamos avanzando la vegetación se lo comía. No puede ser, otra vez nos volvía a pasar lo mismo, pero lo peor de todo, es que habíamos avanzado ya unos cuantos Km, y dar marcha atrás sería un gran contratiempo... Hay que seguir avanzando, pero muchas veces la cabezonería puede ser tu peor enemigo. En la tropa, las primeras palabras de desánimo, empezaban a escucharse... Para colmo, llevo la rueda trasera pinchada, no importa, no podemos montar en las bicis desde hace un rato, cuando lleguemos arriba la arreglaré. Las ramas, las espinas  y las ortigas empiezan a dejar señales en las piernas y en los brazos... Tenemos que pasarlas por arriba, por abajo, por un lado y por el otro. Esto es interminable. Stop... No hay por donde seguir. No puede ser. Otra vez la misma broma, con igual resultado, hay que dar marcha atrás, es decir, volver a pasar por debajo, por arriba, por un lado y por el otro de las ramas, árboles y arbustos que anteriormente habíamos sorteado... Esta no era la ruta soñada por todos, pero una cosa es segura, y es que ninguno de los que estábamos allí, la olvidaremos.

Después de deshacer el camino, reparar el pinchazo regresamos a la carretera anterior, y después de una larga bajada por ella, llegamos a Matallana de Torio, para de nuevo coger el tren y regresar a casa... Pero antes, había tiempo para hacer un alto en el Marino, y tomarnos unas ricas cañas y con sus respectivas tapas para recuperar fuerzas...

Por cierto, esa misma tarde, uno de nosotros tuvo que ir a urgencias, con la rodilla hinchada por la reacción alérgica a algo, y al día siguiente otro con el tobillo también hinchado por un leve esguince. A día de hoy, aún me abrasan las piernas...

Hasta pronto

2 comentarios:

Publicar un comentario

Comenta