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miércoles, 23 de julio de 2014

LA RUTA MINERA DE LOS ALCALDE...

Cuaderno de bitácora:

Decimonoveno día, del mes séptimo del presente año.

El whatsapp del grupo nos llama a filas, pide voluntarios para intentar de nuevo conquistar el bastión que hace un mes se nos resistió. La empresa será difícil. Suicida más bien, pero esta vez contamos con la ligera ventaja de conocer parte del terreno, la otra parte; solo Dios sabe.
La mente dice no vayas. El corazón te exige ir... Que narices, hagamos caso al corazón; la razón como siempre en cada una de nuestras salidas, no tiene lugar.

Lugar de reunión, un vagón del tren de la FEVE, en la estación de la Asunción.Hora, las 815 de la mañana...
Mañana nublada, las predicciones son malas, dan lluvia y frío, y es diecinueve de julio, los dioses se vuelven en nuestra contra. Se van presentando uno a uno los voluntarios: Pedro, Edu, José, Nandy, Sergio y Diego. Tan solo unos pocos, lo que hará de esta aventura una epopeya digna del propio Homero...

En el tren, intentamos evitar conversar sobre lo ocurrido en la otra ocasión. Esta vez, nuestro sherpa, Pedro, está seguro del camino a coger, de nuevo nuestro destino en sus manos. Demasiada responsabilidad que no elude...  esperemos que esta vez no se equivoque...

No hay rastro del revisor...

Nos bajamos en Aviados, en la misma estación que la anterior ocasión. Nos dirigimos hacia el pueblo para hacer una breve parada en la cantina del pueblo. Esta cerrada, malos presagios, no obstante esperamos un rato, para ver si el tabernero se dignara a abrir... Mientras aprovechamos a poner a punto nuestras armas, comprobar presiones, ruedas, suspensiones... Diego en esta ocasión, acude a la batalla con su nueva y flamante Canyon, esperemos que haga honor a su nombre. Tras comprobarla nos damos cuenta que aunque en buenas condiciones, el amortiguador trasero falla, aun así puede continuar, además ese tema es harina de otro costal que esperemos que se solucione.

Comenzamos a subir, por que lo que tiene esta ruta es que es todo el rato ir para arriba, para llegar al destino justo de fuerzas, por lo que la batalla final será épica. Después de pedalear durante un buen rato, un pequeño descanso para las piernas, un falso llano que nos mostraba las últimas rampas demoledoras de ese tramo. La confianza comenzaba a fallar pero aun había momento de piques y bromas. Una vez coronada la cima, descansamos un rato para reagruparnos y tomar algo de aliento. A partir de ahí, una pequeña bajada, sin nombre, ahora bautizada como la bajada de los Alcalde, y es que tanto Jose como Nandy, los hermanos Alcalde, sufrieron percances en ella. La de Jose, casi dramática, ya que después de realizar medio descenso sin complicaciones, y tras un bonito derrape con la rueda trasera, la bicicleta se le descontroló y acabo con sus huesos en el suelo, por suerte, no paso nada, pero el susto ahí quedo, y es que a veces se nos olvida que no somos especiales y que como todo el mundo podemos morder el polvo.

Después de reanudar la marcha, y continuando la bajada anterior, Edu nos iba contando las bondades de su flamante nuevo disco de 203 mm, y lo bien que frenaba. Que nueva vida había descubierto. Y comenzó a acelerar, al fondo, se veía a la gente reagrupada, esperando a que llegáramos. Edu clavó freno, pero solo pudo parar después de atropellar a Nandy, lo tenía tan claro que iba a arrollarle, que antes de la colisión ya estaba pidiendo perdón. Resultado, Edu en el suelo, Nandy con marca en la pierna de la cubierta.

Después de comentar un rato lo ocurrido a Jose, como el atropello reciente, proseguimos la marcha. En esta ocasión nos encontramos de nuevo con una fuerte subida que nos obligaría a echar el pie a tierra y empujar por las bicicletas. Fue una larga subida, el tiempo cada vez era peor, no obstante, no ya no había posibilidad de dar marcha atrás. Hay que continuar para delante, después de un buen rato de caminata, la niebla aparece en nuestro camino, el frío se hace cada vez mas intenso y la humedad llega a nuestros huesos. Llegamos por fin a la cima, y allí en una pequeño desfiladero, paramos a tomar la chocolatina, delante de nosotros, solamente hay niebla. De repente, comienza a llover a cantaros. Hay que darse prisa, no nos podemos quedar allí.

Comenzamos a bajar, una larga bajada, con piedras, bonita trialera, que si no fuera por la alta vegetación que había, hubiera sido muy divertida. Volvían los fantasmas del anterior intento, pero esta vez no iban a poder con nosotros, estábamos muy cerca, la gloria se podía oler.

De repente, el camino vuelve a aparecer, podemos hacer la bajada montados en las bicis, volvía a hacerse divertido el camino. Después de breve pero intenso tramo en el cual se podía coger una buena velocidad, hay que frenar en seco porque como arte de magia, en nuestro camino, aparece un pequeño tramo con grandes y afiladas piedras que era mejor hacerlas a pie. No obstante Nandy, temerario quizás, apareció a gran velocidad y después del aviso de que parara, finalmente lo hizo al caerse en una zarza. La suerte, que la anterior vez había sido tan esquiva, nos sonreía de vez en cuando, ya en esta ocasión, tampoco paso nada grave.

Finalmente llegamos a nuestro destino, Matallana de Torio, para de nuevo coger el tren, y regresar para casa, con parada en el Marino, en donde el día nos depararía más sorpresas. Sorpresas que la contaremos en otro momento.

P.D. las fotos que hemos puesto son las únicas que pudimos sacar...

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