El día antes de nuestra salida semanal, el hombre del tiempo nos daba malas noticias, daban lluvias para todo el fin de semana, no obstante los planes de salir aún estaban presentes en todos nosotros.
Suena el despertador y lo primero es salir corriendo de la cama para ver como esta el día, y esta vez la predicción meteorológica había acertado, comenzaban las dudas, nadie se manifestaba por el whatsapp para dar el último empujón, hasta que apareció don Pedro, para arengar al resto, y junto con Diego, empezaron a picar al personal. Ya sabíamos que íbamos a tener bajas significativas, las de Josele, que ya aviso el día antes, por un leve resfriado, Jorge que se lastimo una mano la semana pasada en la nieve, Cefe y Dani que por causas laborales no pueden salir los sábados, a los cuales este fin de semana se les unió Luis por ese mismo motivo, Sergio que también se cayó en la nieve con una contusión en las costillas y Valentín...
Las provocaciones que aparecían en el chat del grupo, surtieron efecto y Nandy a pesar de haber sufrido una dura caída hace dos semanas, hizo acto de presencia confirmando que tanto él como Jose se apuntaban a la salida, poco después se unió Edu, ya estaba conformado el grupo del día. Unos les llamaran valientes otros les llamaran estúpidos por salir en esas condiciones.
La quedada era a las 9 de la mañana en la glorieta del León, en Eras de Renueva, la lluvia era floja pero constante, por lo que al final estaba claro que íbamos a llegar calados.
Poco a poco fuimos llegando los cinco inconscientes, tras una breve revisión de las bicis, nos pusimos en marcha, ya no había marcha atrás...
Tomamos camino hacía Carbajal de la Legua, para después tomar rumbo hacia la ribera del río Bernesga, para lo cual salimos de la comodidad del asfalto para empezar a transitar por los caminos. Nada más que cambiamos de terreno, ya vimos que la lluvia no sería nuestra única compañera de viaje, su inseparableamigo el barro también estaría presente.
Nuestro objetivo ya estaba fijado, teníamos que llegar hasta La Seca, dado que tal y como estaba el día la ruta tampoco tenía porque ser dura ni larga. Llegamos hasta la Magdalena y a partir de ahí, fuimos al lado de la vía hasta llegar a La Seca.
Allí decidimos hacer una parada y tomarnos un merecido descanso y ya de paso relajarnos con un café caliente. Sinceramente, fue un momento un tanto violento, ya que llegamos llenos de barro y mojados, y el entrar así en el bar daba un poco de vergüenza, ya que no sabes como van a reaccionar, no obstante la señora que nos atendió fue muy amable y no le importo que le pusiéramos el bar perdido.
Una vez que nos volvimos a poner en marcha, había que decidir por donde regresar, y se decidió que teníamos que llegar hasta la carretera de Asturias, y para ello había que subir una larga cuesta, que personalmente la conocíamos en sentido contrario, es decir de bajada, y si ya a la hora de hacerla cuesta abajo, es cansada, por lo larga que es, el pensar que había que subir eso, desmoralizaba. Así que lo mejor, poner plato pequeño y piñón grande y hacer el molinillo hasta llegar arriba. No obstante, aún así el pedalear se hacía duro, si bien es cierto, que se nos olvidó rápidamente la lluvia, ya que íbamos centrados únicamente en llegar al final de esa tortura. La verdad que no se el tiempo que estuvimos subiendo, a mi se me hizo eterno, pero la que gran satisfacción personal fue cuando llegué arriba sin poner un pie al suelo.
Una vez reagrupados, tomamos carretera de Asturias hacia León hasta pasar la famosa Venta de la Tuerta, en la que en tantas otras ocasiones habíamos parado para descansar, pero esta vez no sería así. Unos 200 metros más adelante, cruzamos la carretera para tomar de nuevo caminos, otra vez aparecía el barro y los charcos y serían nuestros fieles compañeros hasta llegar a casa. Aunque antes y dado como estaban las bicicletas paramos a limpiarlas a ellas y ya de paso a nosotros también.
Como no después de la ruta no faltamos a nuestra cita con el Marino en Villaobispo, para tomar un par de cañitas y recuperarnos. Cañitas acompañadas con ricas tapas, algunas de puchero y cuchara y otras de palillo, pero lo que agradecimos fue con el caldo caliente que nos dieron para que entráramos un poco en calor
